El General Alonso Baldrich y el petróleo como puntal de la emancipación nacional

Alonso Baldrich es parte de la generación nacional de nuestras Fuerzas Armadas que aboga por la industrialización en línea con la tradición del ejército sanmartiniano. Este General lleva adelante una inclaudicable lucha a lo largo de toda su vida en la defensa del petróleo argentino que, según considera, resulta un puntal donde asentar nuestro desarrollo a partir del cual cimentar la emancipación económica, pilar de la soberanía nacional. Tanto en su actividad militar como una vez retirado de la misma, desde la administración hasta la tribuna callejera, desde un batallón militar hasta el artículo periodístico, no ceja en su defensa del interés nacional.

Alonso Baldrich nace el 20 de enero de 1870 en San Nicolás de los Arroyos, año en el que termina la Guerra de la cuádruple infamia (Godoy, 2021),1 la que produce un cimbronazo en la conciencia y la posterior conformación de nuestro Ejército. Referimos a que el Ejército del periodo emancipatorio del primer cuarto del siglo XIX desapareció, se disgregó, recuperó la vocación nacional en el periodo rosista escribiendo páginas gloriosas en virtud de la defensa de la soberanía nacional; vocación que se pierde con Caseros y Pavón, transformándose en un ejército de facción. No obstante, luego de la masacre en el Noroeste argentino y, más fundamentalmente, de la guerra contra el Paraguay, va a emerger una nueva configuración: “ese ejército es la expresión ‘organizada’ de la disolución de la vieja sociedad argentina”(Terzaga, 1976, p. 240)

Decimos esto último porque la eliminación casi absoluta de los caudillos, sumado al tejido ferroviario en forma de abanico que destruyó la incipiente manufactura local dejando una gran cantidad de desocupados, han provocado la disolución de la vieja sociedad argentina del interior y, con ello, la marginación de toda una masa social constituida por montoneros, peones, troperos, carreros, etc. De esta forma, el “nuevo ejército” se va a ir nutriendo de tales personajes que se alistan para escapar de su situación desamparada –sin velar que, en algunas ocasiones, son reclutados a la fuerza–. Este “nuevo ejército” rechaza mayormente al mitrismo, destructor del Paraguay y del Noroeste argentino. Señalamos esto porque Baldrich va a incorporarse al ejército argentino en los años posteriores al comienzo del mencionado proceso, en el marco del avance de la institucionalización de las Fuerzas Armadas en nuestro país.

Desde concepción de Baldrich, la profesión de ingeniero se complementa con la militar. Esta última es una mirada estratégica en torno a las necesidades nacionales, mientras que la otra es el camino para abordarlas. En ese camino conoce a otro de los militares nacionales con quien entabla una estrecha relación: Enrique Mosconi. Allí anidarán muchas de las ideas y proyectos en torno a la soberanía petrolera de los años posteriores.

Baldrich tiene siete hijos con su esposa. Mercedes Elordi Monteagudo. Desde la adolescencia manifiesta su vocación por la carrera militar –al igual que su hermano, Juan Amadeo–, incorporándose como soldado al Batallón Primero de Línea. En 1889 hace su ingreso al Colegio Militar como cadete. Participa en la Revolución del Parque2 en el bando que defiende a las autoridades nacionales. Es ascendido a Cabo. Poco tiempo después egresa como Subteniente del arma de Artillería. Ya en 1895 asciende a Teniente. En esos años, el joven Teniente muestra interés por la cuestión a la que le dedicará todo su esfuerzo el resto de su vida: la necesidad del desarrollo nacional. Con esa idea y misión, ingresa a la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, donde se gradúa como Ingeniero en 1903 con una tesis titulada: “Puente de madera sistema cuña de 30 metros para camino carretero”.

Con el advenimiento del siglo XX se abre el debate por la Ley de Servicio Militar Obligatorio. Baldrich se pronuncia a favor de la misma. Ya siendo Capitán logra el título de ingeniero civil, y es reconocido rápidamente como Ingeniero Militar e incorporado al Ferrocarril Oriente de Bolivia, donde trabaja codo a codo con Enrique Mosconi.

Al mismo tiempo, se desempeña como Segundo Jefe del 3er. Batallón de Ingenieros. En 1906 reviste como Mayor, y tres años más tarde como Teniente Coronel. En el año del Centenario de la Revolución de Mayo continúa su instrucción en Alemania, siendo comisionado para la adquisición de material destinado a ingenieros. Allí es agregado a la plana mayor del Batallón Garden Pioneer, reconocido por ser guardia personal de Guillermo II. Tras regresar a nuestro país, entra en funciones como Jefe del Batallón 5to. de Ingenieros, donde actuaba, entre otros, Manuel Savio,3 Benjamín Matienzo4 y Juan Pistarini.5

En septiembre de 1915 asciende a Coronel, y al año siguiente conduce el Arsenal de Puerto Borghi en la provincia de Santa Fe. Como menciona Fermín Chávez, en esta tarea se destaca “no solo porque fue un buen administrador, sino también por su preocupación por los trabajadores, a quienes procuró vivienda y escuela”(1981, p. 21). La cuestión social es una de las cuestiones a las que esta generación comienza a prestar atención. En su discurso de despedida refiere que

(…) el obrero merece consideración, ya que por carecer de influencia resulta el más desamparado y porque si ellos son por fuera cal, lodo y petróleo, suelen llevar con sencillez en el corazón “virtudes respetables”… Mis afanes por el bienestar del obrero son propósitos realizados, mejorando las condiciones de su vida y poniendo remedio a situaciones afligentes. (Mensaje de Baldrich, citado en Larra, 1981, 36)

En 1922 se produce un hecho trascendental en la historia de nuestro país, de su desarrollo y de la soberanía energética: la creación de YPF. Como sabemos, el Director de la misma es un “viejo amigo” de Baldrich: Enrique Mosconi. Así, el entonces Coronel Baldrich se incorpora en 1923 a YPF como Administrador del yacimiento en Comodoro Rivadavia por pedido expreso de su amigo. Una de las cuestiones nodales consistió en avanzar hacia el abaratamiento del costo de producción del petróleo en función de obtener energía con el menor valor posible para impulsar el desarrollo. En diciembre de 1925, Baldrich logra el ascenso a General de Brigada.

Como administrador desarrolla una tarea titánica que no aborda solamente cuestiones técnicas, sino que “fue un gran administrador y renovador en el yacimiento, en lo económico, eficiente, y en lo social, un avanzado. (…) fue el suyo un régimen de orden y justicia” (Chávez, 1981, p. 22). Como sucedía anteriormente en el Arsenal de Puerto Borghi, la cuestión social ocupa un lugar principal entre sus preocupaciones y acciones. Siguiendo Chávez, observamos que, en la gestión de Baldrich, los operarios que vivían en casas fiscales no tenían que pagar el alquiler, tampoco el servicio de luz y gas. Asimismo, elaboró un seguro de vida mutuo y un subsidio por enfermedad, entre otras realizaciones. En cuestiones más específicas “organiza y reglamenta los servicios, reduce, a la tercera parte del costo, el precio de los subproductos, así como el tiempo empleado en montaje de máquinas y torres, rebaja el costo de perforación y aumenta el rendimiento”. (Lopa, 2005, p. 131)

Varios periodistas, representantes conspicuos de los intereses oligárquicos y/o foráneos del país semi-colonial, atacan a Baldrich furibundamente desde sus plumas. Los ataques contra su figura también eran ataques contra Mosconi, quien defiende a su amigo soportando fuertes presiones. Sin embargo, Baldrich abandona YPF en 1924. Ello no impidió que continuase con su prédica en favor de la dirección y la política llevada adelante por Mosconi, dictando más de veinticinco conferencias en diversas universidades y en varias provincias.

El año 1927 fue otro hito en la vida de Baldrich, ya que se crea la Alianza Continental,6 donde tiene una actuación destacada al ser designado como Consejero honorario. La tarea del General se basa en la búsqueda de la unión latinoamericana y la nacionalización del petróleo. Por esos años también traza su denuncia profunda sobre la Standard Oil.

Vale destacar que la Alianza Continental es impulsada fundamentalmente por Arturo Orzábal Quintana. A propósito de esa Alianza, Larra sostiene que “nacida para predicar la unidad espiritual y económica de Latinoamérica, se convierte en seguida en portavoz de la nacionalización del petróleo argentino”. (Larra, 1981, p. 54)

Baldrich, que es designado como Consejero honorario, se constituye como uno de los principales oradores de la Alianza, recorre el país dando discursos en torno a los ideales que profesa. En uno de esos discursos, en forma clara y precisa observa la importancia del petróleo en relación a una política de defensa nacional, sosteniendo que

(…) la República Argentina sin perseguir hegemonías comerciales ni imposición de tutelajes tendrá mediante la propiedad de su petróleo, uno de los elementos básicos de su defensa nacional; y el control del Estado en su explotación y distribución asegurará la tranquilidad necesaria a su progreso, exento de complicaciones enojosas, para llegar a su bienestar con la frente de una riqueza nueva, que será prosperidad económica en los mil usos industriales, agrícolas y domésticos, en los transportes aéreos, ferroviarios, marítimos, carreteros que son los principales medios de distribución de las riquezas. (Baldrich, discurso febrero de 1927, citado en Larra 1981, p. 56)

En otro discurso, Baldrich considera que la resolución de los problemas de los pueblos no viene “ni con metafísicos y abstractos, ni con los aduladores del capital imperialista, ni con los indiferentes que silencian abusos y defectos, en vez de atacarlos, ni con aquellos de patriotismo meramente literario que nada vale, si un discurso empenachado no es seguido de diez escuelas en que se continúe enseñando a no renegar del suelo en que se nace”. (Baldrich, discurso febrero de 1927, citada en Larra. p. 57). Así toma posición contra la idea que el desarrollo nacional viene atado a la penetración del capital imperialista,7 contra el denominado “nacionalismo de campanario” y contra lo que Arturo Jauretche sintetizó bajo la noción de auto-denigración de lo nacional. Al fin y al cabo, se trataba de sostener y fortalecer la conciencia nacional.

Alonso Baldrich considera la necesidad de la nacionalización de toda la estructura petrolera por la importancia para el desarrollo nacional y la defensa nacional. Considera que el Estado tiene que detentar el monopolio de la explotación esa estructura –con la posibilidad que exista capital privado– y controlar también la exploración teniendo, al mismo tiempo, el monopolio del transporte.

Por entonces, la Standard Oil, empresa petrolera norteamericana, tiene una presencia importante en nuestro país, sobre todo en la provincia de Salta. La misma utiliza diversos métodos propagandísticos para penetrar la conciencia nacional. Así, por ejemplo, contrata periodistas a sueldo para que escriban a favor de la empresa. Raúl Larra determina casos concretos, como los de Juan José de Soiza Reilly o de Martín Gil, quienes escriben un libro distribuido gratuitamente en dos ediciones de 50 mil ejemplares. Vale remarcar también que la Standard pone precio a la cabeza de algún argentino sospechado de cometer un crimen contra dos pagadores de la empresa, haciendo poder de policía, y vulnerando la soberanía nacional (Larra, 1981). Actuando contra “viento y marea”, Baldrich se convierte en el gran denunciador de esta penetración imperialista en nuestro país.

Cabe señalar que Baldrich es amigo personal, además de los reseñados anteriormente, de figuras del socialismo como Manuel Ugarte y Alfredo Palacios, y de otras personalidades destacadas como el caso de Leopoldo Lugones. Asimismo, es un ferviente admirador de la figura de José Martí, mártir de la emancipación cubana a fines del siglo XIX. En una ocasión, hace un pedido de sus obras completas a Cuba. En sus años de juventud siguió de cerca los acontecimientos de la guerra por la liberación en la isla caribeña.8 También admiró a uno de los que tempranamente tenía planteos industrialistas, a saber: Carlos Pellegrini.

El año 1928 se produjo un golpe duro en su vida, dado que Agustín P. Justo solicita su retiro forzoso de la fuerza. A pensar de ello, no cesa su labor patriótica. Ya retirado utiliza la tribuna pública dando encendidos discursos callejeros contra los trust imperialistas, señalando la necesidad de avanzar en la soberanía petrolera, y reivindicando la imperiosa tarea de reconstrucción de la integración de la Patria Grande.

Al mismo tiempo, Baldrich tiene una labor periodística muy importante, donde se destacan los mismos temas que viene trabajando hace años. En diciembre de 1929 se lo designa como director del periódico La Argentina. Desde esta tribuna pretende crear una conciencia nacional en torno al petróleo petrolífera a través de su pluma, y sus diversas intervenciones.

La prédica de Baldrich contra del imperialismo y sus personeros es constante y encendida. Así, en un discurso del mismo año afirma que

(…) frente a la comprobación que enerva y que deprime están los puntos luminosos de la rebeldía espiritual y afectiva, doctrinaria y económica, que reconfortan e infunden inclaudicables energías a la dignidad y el orgullo nacional para combatir sin desmayar contra ese imperialismo (que al decir de un lustre mexicano) ha venido a nuestra América a enseñar a nuestros pueblos a ser instrumentos comerciales, a desnaturalizar su nacionalismo, a procrear traidores y a envilecer ciudadanos, porque es más fácil y menos peligroso comprar la conciencia de los hombres que batirse con los hombres”. (Baldrich, discurso agosto de 1929, citado en Larra 1981, p. 8)

Baldrich es uno de los tempranos defensores del industrialismo.9 En un artículo de enero del 30 plantea la necesidad de defender la industria nacional en tanto “da pan al obrero, tranquilidad a los hogares cuyos jefes se disciplinan en el trabajo, reduce las compras en el extranjero y pone en circulación fuertes capitales que salen al mercado bajo la forma de salarios y de compra de las materias primas”. (Baldrich, La Argentina, enero de 1930, citado en Larra 1981, p. 8). El periódico La Argentina tiene serias dificultades económicas y obstáculos por parte de los intereses imperialistas y oligárquicos, hay presiones sobre este General (R.) de pluma incisiva y dirección patriótica, a lo que se suma el impacto de la crisis de Wall Street. La situación se torna cada vez más insostenible y en mayo 1930 Baldrich abandona la dirección.

Cuando se produce el golpe de estado contra Hipólito Yrigoyen el 6 de septiembre de 1930, Baldrich y Mosconi se cuentan entre los primeros detenidos. Tiempo después son liberados, no obstante sufren la vigilancia y el hostigamiento por parte del gobierno. Poco más tarde, son detenidos nuevamente. Para deshacerse de Baldrich, el presidente Uriburu lo envía al Sur del país. Dos meses después, el General retirado se exilia en Paraguay para continuar su periplo en el Brasil. Luego de un tiempo regresa a su querida Patria, a la que tanto esfuerzo le había dedicado. Tras el fallecimiento de Mosconi en junio de 1940, se constituye en un gran reivindicador de su labor y mantiene activa la memoria sobre el patriota. Sigue de cerca y apoya la labor de Savio en torno al Plan Siderúrgico, y traba amistad con Juan Perón. Finalmente, Baldrich fallece en Buenos Aires el 24 de agosto de 1956. Fermín Chávez lo define certeramente como “laborioso e incansable formulador de una doctrina nacional”. (1981, p. 21)

En esa doctrina nacional se encuentra la defensa de los recursos estratégicos de la Patria, especialmente el petróleo, la mirada estratégica en torno a la matriz energética pensada en función del desarrollo nacional para el logro de la independencia económica, el vínculo y la coherencia entre la palabra y la acción, la necesaria integración latinoamericana tanto espiritual como material, la defensa férrea de la industria nacional, la atención a la cuestión social, velando por los intereses y los derechos de los trabajadores, apuntando a la elevación del nivel de vida de los mismos. Al fin y al cabo, se trata de la incorporación y la defensa de la línea nacional de nuestras Fuerzas Armadas que consideran estas aristas para la construcción de la grandeza nacional.

Para finalizar, retomamos un editorial que resume aspectos importantes de su pensamiento, publicado en el diario La Argentina bajo el título “Orientación y programa”. En tal ocasión, Baldrich escribe que el diario está

(…) al servicio de los intereses superiores y conveniencias generales del país… La misma decisión y tenacidad que puse en defender el codiciado combustible de nuestro subsuelo, alentará mi voluntad y mis aptitudes en las cuestiones que aborde, convencido de que hay muchos petróleos que tratar, con sus séquitos de vilezas y fallas… Estaré al lado de quien haga respetar la soberanía nacional contra las imposiciones depresivas o desplantes audaces… pero estaré en contra de los que secundan la penetración indeseable de las empresas petroleras y atacan el surgimiento de la ley porque el Poder Ejecutivo la auspicia… Sintetizando: campaña nacionalista a base de la ley que se reclama para resolver previsoramente un problema que es trascendental pues se trata de quedar económicamente libres o resultar encadenados (Baldrich,  La Argentina, citado en Larra, 1981, pp. 78-79)


Bibliografía

Ballent, A. (2013). Juan Pistarini. Soldado, ingeniero, ministro: un constructor de paisajes políticos. En Rein, Raanan y Panella, Claudio (comp.). La segunda línea. Liderazgo peronista 1945-1955. Buenos Aires: Pueblo Heredero.

Chávez, F. (1981). Militares de la soberanía. La maduración de la conciencia nacional en las Fuerzas Armadas. Buenos Aires: Pueblo Entero.

Godoy, J. (2024). “El General Manuel Savio: acero y armas para la soberanía nacional”. Allá Ité. Disponible: https://revistaallaite.unla.edu.ar/205/el-general-manuel-savio-acero-y-armas-para-la-soberan-a-nacional-ii-

Godoy, J. (2021). La brasa ardiente contra la cuádruple infamia. Los levantamientos de los pueblos de las provincias interiores contra la Guerra del Paraguay”. Buenos Aires: Ciccus-Poliedro.

Labaké, J. G. (1999). Líderes latinoamericanos. Buenos Aires: Ciudad Argentina.

Levene, C. (Gral.), et. al. (S/f). Historia del Arma de Ingenieros del Ejército Argentino. Buenos Aires: Instituto Geográfico Militar.

Lopa, R. A. (2005). Alonso Baldrich (1870-1956). En R. Galasso. (2005). Los malditos. Hombres y mujeres excluidos de la historia oficial de los argentinos. Buenos Aires: Ediciones Madres de Plaza de Mayo.

Montenegro, C. (1962). Las inversiones extranjeras en América Latina. Buenos Aires: Coyoacán.

Ramos, J. A. (1973). Revolución y Contra-Revolución en la Argentina. Del patriciado a la oligarquía. Tomo 2. Buenos Aires: Plus Ultra.

Terzaga, A. (1976). Roca. De soldado federal a Presidente de la República. Buenos Aires: Peña Lillo.


  1. Introducimos esta idea en nuestro trabajo sobre los levantamientos de las provincias del interior argentino contra la Guerra del Paraguay, ya que a la misma se la denomina comúnmente en la historiografía como la Guerra de la Triple Alianza (y Alberdi la rebautiza como Guerra de la Triple Infamia), lo que en realidad oculta el a quien impulsó y financió principalmente la guerra: Gran Bretaña. En este sentido, para hacer visible ese rostro oculto, pensamos más adecuado denominarla como Guerra de la Cuádruple Infamia. ↩︎
  2. La llamada “Revolución del Parque” es caracterizada por Jorge Abelardo Ramos como un fenómeno contrarrevolucionario:“la contrarrevolución del 90 fue la réplica oligárquica, con sus inevitables aliados ‘de izquierda’, a la Revolución del 80 realizada por el nacionalismo democrático y la nueva generación (…) La ‘Unión Democrática’ del 90 estaba formada por banqueros, agiotistas, terratenientes, comerciantes, importadores, jóvenes asesores de empresas extranjeras, hombres de club y abogados modestos como Leandro Alem. (…) como la historia es esclava de la política (aunque los historiadores lo nieguen), no es por simple accidente que una ‘revolución’ financiada por la Bolsa de Comercio, los ganaderos y la banca haya sido presentada, sobre todo durante la ‘década infame’, como un heroico asalto a los bastiones de la oligarquía y el Unicato”. (Ramos, 1973, pp. 235-236) ↩︎
  3. Hemos tratado la figura de Savio en Godoy, Juan (2024). ↩︎
  4. Benjamín Matienzo (1891-1919) se incorpora al Colegio Militar en 1909. Se desempeña como Oficial en Tucumán. En 1915 es ascendido a Teniente de Ingenieros. Falleció en 1919 intentando cruzar la Cordillera de los Andes. (Levene, et. al. S/f. T 2) ↩︎
  5. Juan Pistarini nació el 21 de diciembre de 1882 en La Pampa. Egresa del Colegio Militar de la Nación como Subteniente de Infantería en el año 1903. En 1909 se gradúa como ingeniero militar. Logra en 1946 el máximo grado de General del Ejército Argentino. Anteriormente, en la década de 1930 es Director de Ingenieros. Desde ese cargo construye el Ministerio de Guerra, el Hospital Militar, al aeropuerto de Ezeiza, el barrio de suboficiales en Campo de Mayo (armónicos chalets con huerta y jardín), etc. La Revolución del 43 lo nombra como Ministro de Obras Públicas, cargo que sostiene durante el peronismo. Desde el ministerio construye una enorme cantidad de obras, muchas de gran envergadura y enmarcadas en un proyecto nacional. Asimismo, conjugando la obra pública con la justicia social, construye lugares de recreación para el turismo, crea la Dirección de Vivienda, así como escuelas y una Secretaría para las colonias de vacaciones, entre otras. Su ministerio tiene 80 mil trabajadores, es uno de los principales empleadores del país. Es el orador cuando se produce la nacionalización de los ferrocarriles (Perón estaba convaleciente) en 1948. Preso luego del golpe de estado del 55, fallece el 29 de mayo de 1956. Sobre la vida y la obra de Pistarini, véase Ballent (2013). ↩︎
  6. Jauretche critica un aspecto de la Alianza Continental, en tanto el linqueño consideraba que hacían foco en imperialismo norteamericano y terminaban velando el papel del británico. (Larra,1981, p. 60) ↩︎
  7. Este tema fue tratado profundamente por el pensador nacional boliviano Carlos Montenegro en las inversiones extranjeras en América Latina. Véase Montenegro (1962). ↩︎
  8. Juan Gabriel Labaké (1999) afirma que la figura de José Martí es unas de las personalidades con más resonancia en esa época. ↩︎
  9. Recordemos que, si bien Yrigoyen es disruptivo en varios aspectos en relación con los gobiernos anteriores, siempre permaneció en los límites del país agropecuario. ↩︎

Sobre el autor

Juan Godoy es Director de la Especialización en Pensamiento Nacional y Latinoamericano del siglo XX del Departamento de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Lanús. Sociólogo (UBA).

Doctor en Comunicación Social (UNLP). Magister y Especialista en Metodología de la Investigación (UNLa). Profesor de Sociología (UBA). Docente universitario de grado y posgrado. Director del proyecto de investigación “Fuerzas Armadas y peronismo (1946-1955). Proyecto nacional, Doctrina de Defensa e industrialización” (UNAJ-Investiga). Autor de libros como  “La FORJA del nacionalismo popular”, “Volver a las fuentes. Apuntes para una historia y sociología en perspectiva nacional”, “La brasa ardiente contra la cuádruple infamia”, “Nación, Fuerzas Armadas y dependencia” y de más de doscientos artículos vinculados al pensamiento nacional y el revisionismo histórico. Ha dictado más de doscientas conferencias en relación a las mismas temáticas.